De origen sinaloense pero radicada en Hermosillo, Sonora, Citlali creció encerrada entre hojas en blanco, autorretratos y dibujos constantes (sin ningún propósito) para alejarse del clima y del temperamento desértico de la gente. Una vez culminada su licenciatura en Diseño Gráfico y animación es cuando decide dedicarse de lleno a la ilustración. Su trabajo tiene una intención irónica e incluso cómica, entre un cúmulo de situaciones oscuras, casi como pesadillas difíciles de digerir que te levantan de un salto y no sabes si era un sueño bueno o malo. Oscilando entre técnicas digitales y análogas, siempre en el esfuerzo confuso e intermitente de que sea real o que se mantenga en el mundo onírico, crea una mezcla un poco desordenada y cada vez más visceral de lo que sea que acontezca en su contexto o interés.